Fuente: Clarín Arq

Ya se vendió el último terreno disponible para construir en altura. Y se conocen los proyectos que cerrarán la zona en los extremos del Dique 4 y el Dique 1. 

En octubre de 2018 se vendió el último terreno disponible para construir en altura. Es una parcela en el Dique 4 y allí se levantará un edificio con forma de cuadrado sin centro, que albergará a un hotel de la cadena Ritz Carlton. Será la última pieza que completará el perfil de Puerto Madero, la iniciativa urbana más importante de la Argentina en las últimas décadas. 

Un perfil que fue cambiando con los años: hasta fines de los 80, el paisaje estaba conformado por silos y viejos galpones ladrilleros en estado de abandono, donde solo paseaban las ratas. Más de 30 años después, es la zona con las torres más altas de la ciudad (en la cima del podio se encuentra Alvear Tower, de 235 m), recibe más de 100 mil visitantes los fines de semana y ostenta el mayor valor por metro cuadrado, unos 10 mil dólares (valores del complejo SLS Lux, próximo a inaugurarse).

Fue en 1989 que se creó la Corporación Puerto Madero, una sociedad mixta, integrada en partes iguales por el Estado Nacional y la Ciudad de Buenos Aires (por entonces Municipalidad) con el objetivo de desarrollar el área. La superficie no tenía precedentes: un total de 170 hectáreas, 39,5 has de espejos de agua, 130,5 hectáreas a urbanizar, 61,4 has de uso privado y 69,1 de uso público.

Treinta años después, voceros de la Corporación aseguran que “desde el punto el de vista urbanístico, el master plan está totalmente consolidado”. Y detallan los espacios verdes construidos: el Parque Micaela Bastidas/Virginia Bolten (87 mil m2), el Parque Mujeres Argentinas (67 mil m2), plazas Eva Perón (40 mil m2) y Forner y Chertcoff (6,2 mil m2); más 27 mil m2 de bulevares. A los que sumarán el Parque Lineal del Paseo del Bajo, que tendrá un total de 10 mil m2.

Claro que antes de exhibir esas cifras hubo algunas idas y vueltas. Después de un fallido intento de llevar a cabo un proyecto urbanístico del catalán Jordi Borja -criticado por generar una barrera entre la ciudad y el río-, en 1991 se llamó a un Concurso Nacional de Ideas organizado por la Sociedad Central de Arquitectos. Curiosamente, no hubo un equipo ganador, sino tres. Y sus integrantes, Juan Manuel Borthagaray, Cristian Carnicer, Pablo Dobal, Enrique García Espil, Mariana Leidemann, Carlos Marre, Rómulo Pérez, Antonio Tufaro y Eugenio Xaus, acordaron trabajar juntos con los técnicos de la municipalidad.

A partir de 1992 empezó el reciclaje de los docks, conservando su identidad portuaria: el Concejo Deliberante declaró el sector como Área de Protección Patrimonial. Tres años después se rebautizaron las 12 calles existentes con nombres de mujeres. Azucena Villaflor, Macacha Güemes y Rosario Vera Peñaloza fueron algunas de las homenajeadas.

Casi una década después de fundada la Corporación, en 1998, terminó de construirse el edificio Telecom (de KPF y Hampton-Rivoira) el primer hito arquitectónico del barrio, ubicado al final del Dique 4, en el límite con Dársena Norte. Y en 1999 empezaron a levantarse las torres El Faro, en el Dique 2 y de 170 metros de altura.

Transcurridos los primeros años del siglo XXI, un incipiente perfil del nuevo barrio terminó de conformarse con el Hotel Hilton (con un atrio de 7 pisos coronado por un techo de vidrio, de Mario Roberto Álvarez y asociados) y el Puente de la Mujer, la creación de Santiago Calatrava que habilitó a los peatones a cruzar el Dique 3, cuya forma espigada se convirtió en la postal obligada de Buenos Aires.

La crisis de 2001 paralizó las obras en altura, pero trajo espacios verdes. A la restauración de la Costanera Sur se sumó el Parque Micaela Bastidas, en el sector este del Dique 2: 72 mil m2 en dos niveles, sobre un proyecto de Néstor Magariños, Irene Joselevich, Alfredo Garay, Adrián Sebastián, Marcelo Vila y Graciela Novoa. Y a partir de 2003, con la inauguración de River View, “las torres gemelas de Puerto Madero”, de 100 metros, empezaron a formarse los ramilletes de torres: El Faro, del estudio Dujovne-Hirsch (2005), Le Parc (2008, de Estudio Aisenson) y el celebrado Edificio YPF (por entonces Repsol) trepa hasta los 160 metros y lleva la firma de César Pelli. Sus destellos azulados y el jardín de invierno con árboles entre los pisos 26 y 31 lo transforma en ícono insoslayable de skyline de Puerto Madero.

Paralelamente, a ambos lados del canal se construyeron bloques de edificios de viviendas de altura media, como Aleph Residences (de Norman Foster) o las Residencias Forum. Uno de los íconos del barrio, el Faena Hotel & Universe, creación del pionero Alan Faena y con diseños de Philippe Stark, se inauguró en 2005. Frente a él, en unos de los pocos lotes que todavía están libres, Faena y Eduardo Costantini desarrollarán Oceana, dos bloques de viviendas de 8 pisos con un gran parque central. Y si hablamos de grandes nombre de la arquitectura, también está en Puerto Madero Rafael Viñoly, quien puso su firma en el edificio para la Colección Fortabat, en el Dique 3.

Pero volvamos a las torres. Una segunda camada empezó a tomar forma entre 2006 y 2010, con las Mulieris, (de MSGSSS y 162 metros de altura), Torres del Yatch (138 m) y Madero Office, al final del Dique 4. Más tarde, en 2014, se completaron las Torres Renoir (de 135 y 175 m respectivamente).

Terminada a principios de este año, Alvear Tower es la más alta de la zona (y hasta el momento la tercera de América Latina) y ya se vislumbran casi completas las siluetas de otros dos nuevos emprendimientos: SLS Lux (dos torres de 112 m y un hotel de lujo) y Link Towers (dos torres de 110 m) ambos en el Dique 1 y con sendos proyectos de Bodas Miani Anger.

La última etapa de desarrollos, aún sin fecha de conclusión, tomará los dos extremos: el complejo Ritz Carlton estará en el Dique 4; y la Harbour Tower en el Dique 1. Brillantes como lucen en los renders, el cuadrado calado del hotel (también creación de BMA) y las plantas rotadas de la torre diseñada por Carlos Ott y Urgell-Penedo-Urgell, terminarán de sellar el perfil de Puerto Madero. Al que tal vez se sume una gran vuelta al mundo (a la manera del London Eye), para coronar la increíble transformación del frente costero que es materia de estudio en las facultades de arquitectura y urbanismo de buena parte del mundo.